sábado, 18 de julio de 2015

Vivos

En la época victoriana era habitual fotografiar a los muertos.

El alma, o la falta de ésta, reflejada en los ojos.
Puntos fijos sin conexión.
Un stand by encendido en la noche.
A la espera de un emisor se sigue consumiendo. 

Algunos aparecían rodeados de flores y velas.

El conjunto favorito siempre cabe en la maleta.
Las suelas de los zapatos seguirán nuevas.
Todo lo caduco empieza a consumirse.
Cera, carne, azucenas.

O acompañados por familiares en un escenario cotidiano.

Izquierda sobre derecha en gélido gesto.
O entrelazadas con otras tibias de tristeza. 
El alivio no reconocido en el duelo.
La rigidez aferrándose a la vida.

Fingían seguir viviendo, pero ninguno logró engañarme.
Ahora no puedo olvidarlos.

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