sábado, 21 de enero de 2012

Esta angustia me come por dentro.
Futuro incierto.

Me empujan.
Y caigo.

Hacia arriba.
Cuánto pesan los recuerdos.
Estos años.

Continuo espacio-tiempo.
Es la hora del recreo.
Me acurruco en el suelo, sujetándome las rodillas.

El aire es un fluido.
Suelto la carga más pesada.
Te suelto.

Alambradas de espinas.
Se clavan bajo mis uñas.

Sigo cayendo.
El abismo termina en precipicio.

No hay final sin precipicio.
No hay mayor precipicio que un final.

martes, 17 de enero de 2012

Y allí estabas tú,
pálido y desmejorado.
Con la mirada de quién no ve más allá, que dentro de sí mismo.

Allí estaba yo,
al otro lado del mundo.
Con la mente abotargada de pensamientos ennegrecidos.

Clac. Clac.
De nuevo.
Clac. Clac.
Cada vez más alto, más profundo.
Supongo que te moviste.
Allí dónde estuvieras.
Entonces empezó a gritar. Empecé a girar.
Sobre mí misma; con los labios apretados.
Paré para respirar; tragué un par de gusanos.

Y les dije a todos que te había olvidado.