viernes, 14 de diciembre de 2012


Antes miraba la línea que separa los edificios del cielo. Disfrutaba con las tormentas de verano. Sonreía cuando el viento le retiraba el pelo de la cara. 

Hoy volvería todo aquello, conseguiría olvidarle. Para celebrarlo decidió comprar una botella de vino. Se recogió el pelo como a él no le gustaba, y salió a la calle. 

Dejó de contar las líneas del suelo y se encontró con sus ojos. Los reproches intentaban escapar de su boca. Los contuvo con la mejor de sus sonrisas. 

Qué coincidencia. Cuánto tiempo. Nos debemos un café. Se soltó el pelo y siguió caminando, haciéndose a cada paso, un poco más pequeña. 

Sólo ella miró atrás.