lunes, 2 de marzo de 2009

Alegrándose el camino o no.
Un cruce de miradas en un autobús. Un ataque directo dirigido por el aburrimiento, el cansancio o, en algunas ocasiones, porque queme la retina y bombardee ahí arriba, donde están los instintos y los sentimientos. Aunque les pese a los románticos.
Una mano sobre otra, escalofrío, retirada y estallido. Desconocidos.

Paradas en el camino, mientras la vida no para. El tiempo, castigado, se quedó sin recreo.
Exhibicionismo musical pocas veces agradable. Muy pocas veces.

Imágenes, imaginación. A dónde irá y de dónde viene.
Macedonia de pensamientos aflorando en blanco y negro. Cine.

Móviles en manos de sus dueños como si fueran a recibir la llamada que todos esperamos. Leyendo atentamente los carteles de las tiendas del barrio o algún periódico gratuito que podría acabar limpiando sus posaderas.
Detalles escatólogicos en mi redacción que no aprobaría mi profesor de primaria. Ni nadie que me interese.

Dedos que repiquetean sobre la carpeta. Sinestesia. Antes rosa y ahora azul.
Anónimos cubiertos por gafas oscuras, alguna voz más alta que otra.
Conversaciones supuestamente privadas escuchadas por curiosos que, en alguna ocasión, no quieren serlo.

Otros, jodiendo. En el peor sentido de la palabra. En el molesto.
El que aún así, me permite pensar. Más oculto que el blanco o el negro.

Lamarck decía que si un órgano no se usaba, con el tiempo terminaba atrofiándose.
Pues sabes que te digo, que te jodan. No, perdona, que me jodan a mí y que esta vez lo hagan bien, o regular...no vaya a ser que tengas razón.
Pero en el buen sentido. Sin censura.

1 comentario:

  1. Me gustan un montón tus entradas. Sinceras, confiadas, variopintas.
    Enhorabuena:)

    besos

    ResponderEliminar