lunes, 26 de enero de 2009

Tengo un día de mierda.
De mierda en el amplio sentido de la palabra.

Para lo único que abres la boca es para joderme la vida; para regocijarte de mis problemas y para cubrirme con los tuyos.
No hace falta que defeques tus ideas sobre mi. Prefiero mis cagadas porque son mias, así que puedes irte.

Tampoco me hace falta que recuerdes todos mis errores, ya pienso demasiado sobre ellos y he llegado a la conclusión de que el perdón es sólo una palabra que me haría sentir mejor, pero que no arreglaría nada.
Si lo hiciera sería por ti, para que me dejes en paz. Porque hasta que no has vuelto, no me iba tan mal.

Me gustaría saber que clase de dependencia ejerces sobre mi, si es sólo masoquismo o caridad. O si, por el contrario, has conseguido que me trague inconscientemente uno de tus monólogos mientras creía pensar en cosas que merecían realmente la pena.

Podría gritarte esto y no volver a verte. Pero no es mi estilo. Además creo que no quiero hacerlo, no puedo.
Mejor optaré por lo de simpre, por oirte sin escuchar, y por mirarte viendo más allá. Como alguien que no ha tenido suerte en la vida y cree ser la voz de la experiencia.

Te compadezco, eso es todo.

2 comentarios:

  1. como decirlo... SUBLIME!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! me encanta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! dios mio!! es perfecto ideal es... no tengo palabras!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar