Al borde del precipicio dejamos un pie en el aire.
El otro en el suelo. Buscando un punto fijo tiemblan las rodillas.
Cuál será tu estrella.
Otra mirada de reojo y perderemos el equilibrio.
No es imposible. El deshielo va erosionando mi espalda.
Está rompiendo el día.
Si te suelto, me caigo.
Murmuramos, aullamos; el eco sustituye a las palabras.
Sigo aquí. Te aferras tan fuerte que no notas mis manos.
Nos estamos resbalando.
No vuelvas a pedir que no mire hacia abajo.
¿Estás sonriendo? Ahora la oscuridad no nos devora.
El gris ya no se torna negro.
Se definen las colinas y el viento susurra "o si caemos..."
Empiezo a tiritar. No recuerdo haberte visto tan serio.
Estalla la mañana.
Si te suelto, te salvo.
El final de las canciones, el último verso del poema; la ley seca.
Perdóname.
Juntos caeríamos más deprisa.
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