Escucha, no tengo nada que decirte.
Silencio ensordecedor.
La confianza no da tanto asco.
Créeme, tanto te conozco que podría ser parte de ti.
Me quedo con tu boca.
O con ese hoyuelo al final de tu espalda.
Rellénalo, no imagino una porcelana más fina.
De aquí no nos movemos.
Es tu turno, bebe de mi ombligo.
Arriesga, ganaremos los dos. Sólo por participar.
Una sola noche.
Nunca ha sucedido. Lo hemos olvidado.
lunes, 19 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario